lunes, 11 de mayo de 2009

LA CRISIS DESDE ZARAGOZA


J.L.Trasobares, en el Periódico de Aragón


Augures, analistas, líderes políticos o sociales y otros gurús de la globalización aseguraron que esta crisis económica que ahora sufrimos provocaría cambios en el modelo (incluso en el sistema) y, especialmente, reformas a fondo del entramado financiero. Pero poco a poco ese cambio que muchos consideramos imprescindible está dispersándose cual suave fumarola en día de brisa. La gran banca internacional, las megacompañías multinacionales y los poderes que las acompañan (incluidos los de naturaleza política e institucional) se han convertido en intérpretes de la crisis que nació en su propio seno. Son el problema pero aspiran a ser también la solución.

Hay que establecer controles públicos (razonables, no burocráticos, pero severos) sobre la actividad económica. Hay que innovar, esforzarse, crear, trabajar, optimizar. Hay que generar solidaridad y utopía. Hay que dejar de lado los modelos especulativos y extensivos para buscar valor añadido en la calidad y el famoso I+D+i. Hay que mejorar la cualificación y los ingresos de los trabajadores. Hay que atar corto a los financieros, impedir sus argucias e ingenierías y aislar a los paraísos fiscales... Todo esto es la teoría, las palabras. Sin embargo, los hechos van por otro lado. No lo digo yo, sino popes del asunto como el premio Nobel de Economía Paul Krugman

Aragón es un curioso microejemplo de cómo hemos acabado metidos en un círculo vicioso del que parece imposible salir. Siguen vigentes los discursos neocon (sean versión cruda, sean en versión a la plancha), continúa la desinformación de la gente de a pie, persiste la preminencia del negocio inmobiliario y son muy pocos los que abogan abiertamente por generar nuevas estrategias (o al menos estrategias de algún tipo) que nos sintonicen con la Europa más desarrollada. O sea, que volveremos a marear la perdiz de siempre. Lo único que cabe preguntarse es cómo podrán volver a hinchar la maldita burbuja cuando solo en Zaragoza capital hay cuarenta mil pisos vacíos, otros tanto o más por construir y ya mueven fichas para recalificar suelo donde alzar varias decenas de miles más. A ver qué inventan.




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