La alimentación es un derecho humano fundamental y es esencial para mantener un estado de equilibrio y de salud. Sin embargo las autoridades políticas permiten que esté en manos de multinacionales cuyo único objetivo es obtener beneficios. La situación actual exige volver a los alimentos en su estado natural, cultivados de forma ecológica, ya que la gran manipulación de la industria alimentaria los está deteriorando de forma importante, generando alimentos cargados de tóxicos químicos, carentes de nutrientes esenciales, provocando desastrosas consecuencias en el medio ambiente y la salud.
Dentro de esta concepción mercantilista de la alimentación, los transgénicos son un experimento a gran escala con una tecnología llena de efectos imprevistos y no deseados. En un circulo vicioso los transgénicos agudizan los problemas que prometen resolver. Amenazan nuestra salud, deterioran el medio ambiente y la vida silvestre, producen contaminación genética y no solucionan el hambre en el mundo sino que lo agravan. En Aragón se encuentra la mayor superficie de transgénicos de toda la Unión Europea. Muchos países los han prohibido pero el estado español sigue facilitando su expansión. Las/os ciudadanas/os y las/os agricultoras/es tenemos el derecho y la responsabilidad de conocer y decidir cómo y dónde se producen nuestros alimentos y reconstruir los vínculos entre el campo y la ciudad.
El futuro de la alimentación no debe estar controlado por las multinacionales, que son las que actualmente deciden lo que comemos y cultivamos. Las políticas mundiales actuales solamente benefician a estas grandes corporaciones, agro-biotecnológicas.
Debemos recuperar lo que es nuestro: la soberanía alimentaria, el derecho a decidir sobre nuestra alimentación.
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