jueves, 12 de marzo de 2009
LA CINCOMARZADA
Fernando Rivarés
Al margen de la lluvia y del viento, la que un día fuera una magnifica fiesta organizada por el vecindario, y con la reivindicación y la apuesta por la participación como esencia, convertida hoy en un legal, consentido y sofisticado macrobotellón anual, pone algunas cosas de manifiesto. La primera es la inocencia, el egoísmo, el individualismo y la falta de sentido de miles de vecinos y vecinas que hacen uso de las convocatorias públicas, las fiestas y los servicios, completamente ajenos a su coste económico y social y que piensan que está bien mientras no quede cerca de su casa. Lo mismo que hay quien cree en esa funesta y reaccionaria idea de que lo que es de todos no es de nadie, o que lo público es del gobierno en lugar de la ciudadanía y que este maneja manás que vienen del cielo y no de nuestros impuestos. Hubo quien no entendió nunca las más que razonables quejas del vecindario de San José por el ferial del Pilar hasta que le tocó tenerlo bajo su ventana; quienes participaron de los insoportables ruidos y molestias generadas por Interpeñas sin importarles quien sufría por ello y que ahora se quejan cuando lo han llevado a su barrio; quien nunca se preocupó de que, si no quieres una actividad ruidosa cerca de tu casa, no es honrado participar de ella cuando está cerca de la casa de otro; y quienes no asumen que, junto al placer de una fiesta callejera, está el coste de sus molestias temporales.
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